Entre abucheos y pitidos ha arrancado el Orgullo Gay 2014 en la Plaza de Chueca.
Conchita Wurst ha pronunciado un discurso breve y amable, sin a penas menciones reivindicativas salvo un «Yo no gané Eurovisión, lo ganamos Nosotros».
Los abucheos
Pero para tranquilidad de Conchita Wurst y la mujer de Murcia que la acompañaba en el escenario, los abucheos no iban dirigidos a ellas. Entre los gritos se podía discernir «¡Botella dimisión!», «Ana Botella al contenedor» o «Ana Botella: no nos subas el IVA, bájanos las bragas quites el Orgullo».
Como cabía esperar, Telemadrid ha eliminado esa parte del resumen subido a su canal de Youtube:
La protesta se debía a la actitud del Ayuntamiento a la hora de aplicar la normativa municipal sobre la contaminación acústica tal y como solicita cada año la Asociación de Vecinos de Chueca. La diputada socialista Carla Antonelli ha sentenciado que el problema «no son los decibelios, es la LGTB-fobia».
¿Es Ana Botella la única que hace las cosas mal?
Sin entrar a valorar la figura política de Ana Botella, lo cierto es que son muchos los beneficiados de que la única cabeza de turco sea la de la mujer del expresidente Aznar. De esta manera, mientras hasta el más inepto se viene arriba criticando a la mala de la película, nadie se para a pensar si las asociaciones de empresarios LGTB-friendly que organizan la programación de estos actos lo hacen movidos por la reivindación de los derechos del colectivo, o les mueve el mismo interés económico que tanto criticamos en los políticos.
Sin ir más lejos; además del escenario en el que hoy han estado Conchita y Ruth Lorenzo, (que será desmontado y no albergará ninguna de las actuaciones previstas), a escasas horas del pregón ha desaparecido de la programación el escenario de Vazquez de Mella. Durante algunos minutos se dijo que el escenario de «Diabéticas Aceleradas» se movería a la Red de San Luis (Gran Vía con Montera) pero finalmente ha desparecido también de la programación.
Las artistas que iban a actuar en ese lugar lo tienen claro y culpan directamente a la asociación de empresarios AEGAL. Pierde fuerza la teoría de que Ana Botella está en un sillón de su casa, acariciando un gato mientras contempla en una pantalla con el mapa de Madrid qué escenarios va a exterminar de la faz de la tierra.
Esto nos lleva a reflexionar si el Ayuntamiento a pesar de no tener un trasfondo ideológico demasiado filo-gay, no estará sorteando como puede las peticiones de unos (Asociación de Vecinos de Chueca) y la caótica gestión de otros (AEGAL, Cogam, Felgtb)