Esta semana celebramos todos los españoles de bien la visita de Su Majestad Imperial el Príncipe heredero Naruhito de Japón. Que tengamos carnaza monárquica siempre es de nuestro agrado aunque sabemos que la no presencia de Masako Owada, la princesa triste, ha hecho que no se movilicen tantos recursos en las redacciones del Pronto, del 10 Minutos y de El Cajón Desastre.
Postureo de los príncipes Naruhito y MasakoPero a pesar de eso tenemos la obligación de informar de la visita que Hironomiya Naruhito Shinno ha realizado al pueblo que vio nacer a nuestra artista más próxima con Japón, por aquello de que Azerbaiyán queda más cerca de Japón que Malmö, Pastora Soler.
Tras maratonianas visitas a lugares que no interesan a nadie como La Zarzuela o La Moncloa, Naruhito ha partido esta mañana en un barco de Pullmantour de recreo Guadalquivir abajo desde Sevilla hasta Coria del Río, la localidad que hace 400 años recibió la primera delegación diplomática japonesa.
Naruhito ha cumplido su papel de turista japonés portando su cámara de fotos de 10 millones de yenes y vistiendo ropa básica de Uniqlo de colores claros. Pero algo más estaba por pasar en esta simpática visita. Coria del Río debe tener algún pique con Lepe así que según relata el periódico de Pedro J Ramírez y Eduardo Inda, marujas vecinos de la localidad que son catetos andaluces todos, ante la dificultad de corear «¡Naruhito, Naruhito!» han hecho eso tan de país del tercer mundo que es cambiar su nombre por uno más chistoso: Marujito. ¿Será el inicio de la reaparición de María del Dulce Nombre Díaz Ruiz para interponer una demanda por uso indevido de su nombre marca registrada en algún programa de TeleCinco? No lo sabemos todavía. Otro nombre al que Los del Río hacían referencia a Su Alteza Imperial de metro cuarenta es el de Barrilito. Cuenta EL MUNDO que también le tildaron de «primo», todo un ejemplo de proximidad y alegría que rezuma el pueblo español.
Naruhito no se quedará con los Corianos ni con los andaluces. Tras la visita a la Junta de Andalucía donde podrá observar el noble arte de la corrupción hispana y cenar con el alcalde Zoido, tomará un vuelo dirección Tokio para volver con los suyos y, tras las sonrisas de estos días, comentarle a Masako durante la hora del té verde lo mucho que España huele a ajo.
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