En un pequeño pueblo alemán están viviendo lo que Jessica Beyonce definiría como «una noche con muchísimas sorpresas».
Nils Pickert es el padre de un niño de 5 años al que le gusta travestirse con vestidos y faldas con mucha pedrería y costura atrás, jugar con maquillaje, etc.
Hasta aquí todo les sonará muy familiar a nuestros lectores, con la diferencia de que su padre, en lugar de ausentarse ante el papelón causando un trauma paterno-filial que el jovencito tendrá que suplir yendo con señores de 50 años (¿de nuevo os suena familiar?); decide enfrentarse a la presión social apoyando la espontaneidad de su hijo poniéndose falda él tambien.
«Que un niño se ponga una falda no es malo, no hace daño a nadie»– afirma
Cuando los compañeros se meten con el niño, les responde tranquilamente: «Vosotros no os atrevéis a llevar falda porque vuestros padres tampoco se atreven»
El padre que Amor Romeira hubiese querido para sí, es periodista y vendió un artículo sobre su experiencia a una revista femenina, afirmando que: «No estoy dispuesto a que mi hijo crezca bajo la presión de unos valores sociales en los que no creo, y que considero que dañan más de lo que benefician. Los roles establecidos sólo coartan las libertades individuales de cada persona, impidiendo que nos desarrollemos como nuestra naturaleza nos dicta».
La foto de padre e hijo ha dado la vuelta al mundo, tanto que el padre ha llegado incluso a pensar en la posibilidad de contratar a un guardaespaldas que eviten a la prensa acercarse a su hijo. «Menos mal que la reacción mundial ha sido mayoritariamente positiva. De lo contrario, no quiero ni pensar en la situación en la que estaríamos», admite.