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Top 10: Personajes de nuestra infancia a los que mataríamos

Como productos de la generación del capitalismo suave y el pop siempre hemos tenido acceso a una oferta televisiva que, a pesar de estar compuesta de solo dos canales en sus inicios, nos parecía más que suficiente. Ilusos.

Esta capacidad de sorpresa y entusiasmo nos llevaba a estar horas y horas delante de la televisión no plana y tragarnos series animadas de toda índole con patrones de animación más o menos clásicos. Es decir, el bueno siempre era el héroe, al que seguir mientras el malo era gordo, mariquita o mujer  un ser abyecto más cercano a Satanás que a cualquier humana tentación.

Con el paso de los años todas las piezas que estas series dejaban sueltas en nuestro cerebro han ido cobrando forma, y nos hemos dado cuenta de cual era esa extraña sensación que sentíamos al ver estas series. Y es que.. odiábamos a su protagonista aunque no lo quisiéramos creer. ¿Un personaje bueno de una serie te produce arcadas y deseas su muerte? Demasiada franqueza para unas mentes infantiles que, reprimiendo tal injuria, ha logrado convertirnos en pequeños psicópatas domésticos. ¿La culpa? La maldita industria animación japo-americana y española a partes iguales.

Así pues:

Personajes de nuestra infancia a los que mataríamos

10. Inspector Gadget

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Lo que más rabia nos da de este completo intútil es que tenga acceso a todo tipo de maravillosas armas letales en su propio cuerpo, siendo lo más parecido a un cyborg creado por el Doctor Gero con la capacidad para lograr todos sus objetivos. Sin embargo es tan sumamente idiota que necesita la ayuda de su sobrina pedante, listilla (y lesbiana) y un perro humanoide (no, por favor, animales antropomorfos NO) para lograr sus objetivos.

Por supuesto todos deséabamos que MAD, el malvado supervillano al que nunca mostraron la cara ganara de una vez la partida y redujera al despistado detective a un amasijo de hierros por el poder sacarse unos euros en la chatarra. Que la vida está muy mala.

9. Heidi / Marco

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Lo bueno de estas series japonesas es que te mostraban la cara dura de la vida. Lo que debería hacer espabilar a sus protagonistas y hacerlos duros como el acero y carentes de sentimientos. PERO NO. Cada capítulo estos dos niños se volvían más insoportables, más ñoños y más inocentes. Muy post-guerra todo.

Se soprendían del vuelo de un ave, del colorido de una mariposa o del aroma de la mañana en sus caras.

Gracias a los chistes pornográficos de Heidi hemos conseguido dulcificar el amargo recuerdo de estos sufridores en casa miniatura.

8. Pincho

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Los Fruitis eran unos loosers. Animación española de calidad baja que veíamos por inercia. Por si fuera poco teníamos que soportar a este infame personaje que, primero de todo, no es una fruta ¡ni siquiera un fruto! Era una planta: un cactus para ser más exactos. Además contaba con el original nombre de Pincho. Un extraño ser verde cuyo gag era pinchar a las demás frutas y ser un despistado. Humor de calidad. Vamos, una especie de Manolo y Benito, para niños.

7. Los Pitufos

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Esos bichos azules luchaban por su supervivencia en un mundo de setas alucinógenas. En un poblado donde vive una sola mujer con la que todos se apareaban. Hasta aquí todo normal. Pero es que iban de chulos. No paraban de hacer auténticas putadas dignas de Esperanza Aguirre al pobre Gárgamel…¡por el mero placer de hacer el mal!

6. Lucky Luke

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Partimos de la base que al lector medio de esta web no le ha gustado el oeste, ni las historias de vaqueros ni esas cosas tan heterosexuales y menos si se trata de un chulo maltratador como este sujeto. Los guionistas esgrimían que era más rápido que su propia sombra como un argumento por el cual deberíamos admirar al vaquero. ¿Perdona? Cualquier Caballero del Zodiaco de bronce haría picadillos al héroe americano armado. Por no hablar de Guerrero Luna, esa le haría desaparecer en el acto.

5. Calimero

calimero

Calimero es un pollo mal hecho que no paraba de llorar: si le caía un panchito: lloraba, si el agua llevaba cal: lloraba, si se arrancaba un padrastro: efectivamente, lloraba.

El verdadero drama de Calimero era que no aceptaba ser el único pollo negro de la familia, eso y ser un papanatas llorón con el que nadie se identificaba. Tan infantiloide y absurdo era que llevaba parte del casco en su cabeza de pollo sin sentido.

Como la serie en sí era tan ñoña, tampoco había un malvado identificable que deseara descuartizar a Calimero y con el que nos pudiéramos identificar. Así que el sopor era justificado e infinito. Y las aventuras vividas iban desde un alegre paseo en bicicleta con sus amigos a la posterior merienda.

 

4. Mofli el koala

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Este es uno de los traumas infantiles más importante de la historia de la televisión. La historia de esta serie española es el siguiente: A principios del siglo XXI aparece el último koala vivo en una parte recóndita Australia. Todos los que se enteran van a la busca del animal con diferentes objetivos. Entre ellos una niña sabionda relamida que provocaba más asco que simpatía cuyo objetivo es proteger al repulsivo animalito. ¿Para qué? Para tenerlo para ella sola porque, como dicen en retromemories:

Poco importaba la muerte o no de Mofli, ya que al ser el último de una especie que se perpetua por reproducción sexual, pues en el momento en que desapareciese por muerte natural, accidente o asesinato, los koalas desaparecerían para siempre de la faz de la Tierra. 

Además de todo esto, ya de sí infumable, aparecen personajes inútiles incapaces de hacerse con marsupial diprotodonto. Un cazador malo malísimo, una pija redomada que sí nos caía bien, unos dueños de un circo que hacían honor a su nombre y un chico discapacitado mental con cara de chimpancé que ayudaba en gran medida a ponernos histéricos: Bailosolo.

 

3. Scooby Doo

scooby doo

La sola idea de un perro humanoide y ciclado es abominable. Pero si encima es un investigador del misterio a lo Iker Jiménez y se junta con Shaggy, un fumeta declarado, y otros niños mond bien que pasan de los porros pero que se pone hasta arriba de coca. Tenemos un cóctel más que sorprendente. A todo esto suma su absoluta ineficacia y que su único talento sea asustarse de terribles enemigos fantasmagóricos y salir corriendo al más puro estilo Hanna Barbera.

Todos deseábamos que el promotor inmobiliario disfrazado de momia descuartizara al can y con sus huesos se fabricara una casaca con la que auyentar a los niños en Halloween.

 

2. Nobita

nobita

Puedes ser pringao en esta vida como Calimero. O puedes ser directamente un trozo de mierda como Nobita.

Vamos por partes: este proyecto de niño tiene a su disposición la tecnología del futuro lejano gracias a un Gato Cósmico que no tiene nada mejor que hacer que ayudar a un mierda como este. Y jamás, y digo jamás, es capaz de sacarle provecho. Haga lo que haga, la caga.

Claro, todo sería más fácil si no tuviera al lado a sus dos amigos Gigante y Suneo, con más mala leche que coeficiente intelectual que siempre hacen todo fracasar.

La única que se salva es la contraparte femenina de la serie; Shizuka, que pone algo de cordura en este desaguisado. Está claro que Nobita quiere hacer el placer con ella y ser su novio, pero ella pasa de él totalmente en favor de Dekigusu. El ejemplo de que en Japón no todos los niños biológicamente machos son tan cafres y descerebrados

1. Piolín

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No existe en el mundo una fuerza mayor que la que provoca el rechazo al pájaro más imbécil de la ficción del mundo.

Piolín representa todo lo que nos gusta pero, de alguna manera, hace que nos produzca el más terrible de los rechazos.

Se trata de un canario deformado, repipi y amanerado (su supone que Piolín es macho) que se dedica a hacer la vida imposible al pobre y atormentado gato Silvestre.

La vida de Piolín se reduce a estar en su jaula, haciéndose cuentas de correo falsas para amenazar a sus enemigos anonimamente mientras se pinta las uñas o hace vidéos del estilo de Conchi Córdoba. Eso y repetir su frase: Me pareció ver un lindo gatito.

¡Este ser lleva diciendo esa frase desde 1942! A Urkel le duró menos lo de ¿He sido yo?

Por si no hubiera hecho suficiente daño, a finales de los 90 y principios de los 2000, las tiendas Tipo extendieron abrumadoramente todo tipo de merchandising del polluelo en diferentes situaciones: con rastas, conduciendo un descapotable, surfero… ¿por qué no ahorcado? Pues no.

Hoy en día podemos ver a Piolín en algunas imágenes con frases de autoafirmación de tus amigas de Facebook y en la animación vintage de Clan TVE.

 


 

Y hasta aquí el repaso a esos héroes de ficción para muchos pero que, en nuestro caso, nos producen arcadas.

¿Falta alguno en la lista?

 

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