Este sería el recorrido que habría hecho hoy una prostituta anónima levantando las iras de las vecinas, cansadas de su barrio esté cada vez más lleno de prespiputas traficando con droja y de los clientes, que como a tí o como a mí, les gusta encontrar lo que buscan siempre en la misma estantería y no nos gusta un pelo cuando de repente cambian el azucar de sitio y tienes que andar preguntando que dónde lo han colocado.
La trabajadora del sexo habría sido apaleada y humillada, y varias señoras mayores le habrían dado paraguazos por si alguna vez se le ha ocurrido acercarse a sus maridos, que mas vale prevenir que curar.
La pobre chica, a quien a partir de ahora llamaremos «X» habría encontrado refugio en una de las tiendas de zapatos que hay en la Calle Mont, entre la típica tienda donde un moro te grita al oido que te vende oro y la típica tienda donde una negra te hace rastas.
Allí, las compañeras de la zona le han traido hielo para calmar los hematomas sexuales de su amoratado cuerpo.
Una vez se han tranquilizado los ánimos, El Cajón Desastre ha podido hablar con una octogenaria compañera de profesión que se ha identificado como Cher La Valquiria.
«He querido guardarle la espalda a X, como Meryl Streep la Camellona hizo conmigo». Así mismo, X ha dicho «desde el primer día La Valquiria se presentó con los brazos abiertos».
«Cuando había un descanso podíamos comentar lo mucho que nos dolían los tacones» – han manifestado las compañeras de profesión.
Para despedirnos, les hemos preguntado acerca de qué tendrían que hacer nuestros lectores para ser como ellas, a lo que han respondido entre risas que «mucha seguridad» en sí misma y, «por supuesto, mucho carmín rojo».
La mancha de un moratón, con carmín rojo se quita.
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