Llegó septiembre y con el noveno mes terminó el embarazoso proceso de elección de sede para la próximo Eurovisión de 2014. Ni con la elección del Papa se había mantenido tan en vilo a toda la comunidad capillita eurofán y a las agencias de alquiler de caravanas de media Europa.
Sí, y es que en liza estaba la cosmopolita y sofisticada localidad de Herning, que cuenta con tantos habitantes como Portugalete (47000) y cuya oferta hotelera se limitaba a plazas de camping.
Finalmente la elegida ha sido la capital, Copenhague, o más bien una isla de Copenhague, o mejor dicho un antiguo astillero de la zona chunga de Copenhague. Si en Bakú tuvieron que expropiar a pobres ciudadanos de sus casas, en esta ocasión serán miles de ratas las que tendrán que abandonar la nave industrial donde los organizadores prometen modernizar La Eurovisión con ‘emociones’ que acerquen a los espectadores a los cantantes y suprimiendo una de las señas de identidad más populares: las postalitas.
El Black and White B&W Hallerne disfrutará de confetti y lucecitas en cantidades industriales (guiño-guiño) para satisfacer las puestas en escena que alguien colgará con legos o botes de colonia en youtube semanas antes. Eso sí, antes tendrán que pasarle un mocho para adecentarlo o algo.
De esta manera, la ‘Isla Eurovisión’, como la organización del país de las galletitas de mantequilla ha denominado al lugar donde esconderán a los eurofanes del mismo modo que en el barrio de Christiania han escondido de la visión pública a los ‘drogaditos’, promete ser la competencia de Maspalomas, Ibiza y Mykonos en FITUR 2014.
El lema, que parece elegido por la compañera danesa de habitación de Beatriz Talegón en su erasmus es «No nos mires, uneté» «Únete a nosotros». Copenhague ya celebró la Eurovisión del 64 (cuya cinta se quemó y no se conserva), la de 2001 (con David Civera, Antique y Aqua) y como plus en 2005 la galita del 50 aniversario donde Massiel habló el mejor inglés que ningún español haya hablado en público jamás y Dana International cantó por Baccara, en un histórico crossover del travestismo universal.