Doraemon, el entrañable amigo del Emperador gato cósmico con más episodios a sus espaldas que vídeos de gatos haciendo cosas hay en Youtube, es el nuevo embajador especial para la candidatura olímpica de Tokio 2020. La capital japonesa apuesta por esta reconocida ayuda inestimable del inútil de Nobita Nobi mascota conocida en TODO EL GLOBO TERRÁQUEO para promocionar a Tokio y hacer que sus sueños se vuelvan realidad (los de los japoneses y weeaboos diversos, claro).
No hay duda que el gato asul es querido por muchos niños que todavía no se han amariconado han conocido el fenómeno Sailor Moon y que aún hoy aspiran a que su gato callejero que nunca saldrá en Youtube les saque de una bolsa que no tiene un lápiz mágico para aprobar exámenes.
Al margen de los inventos estúpidos de Doraemon, desde El Cajón Desastre tenemos varias peticiones para Masato Mizuno, director ejecutivo de la candidatura tokiota y vicepresidente del Comité Olímpico Japonés (COJ):
httpv://youtu.be/eKFGvlZUh-8
Que vuelvan a llamar a Jean Reno para pintarse de asul y recorrer el mundo entero con el gorrocóptero haciendo promoción de los japoneses. Sabemos que Jean Reno apoya a Tokio y no a Madrid para luego ir con París de cara al 2024.
Que como mascotas oficiales, ahora que se ha puesto de moda el pluralismo, elijan a todo el elenco de Sailor Moon que, curiosamente, sigue el esquema de los colores del olimpismo y, al igual que Doraemon, del cual dicen defiende los valores del respeto y la amistad comunes en el olimpismo, también se apoya en el amor y la amistad para llevar a cabo la lucha contra el mal.
Por otra parte, en la redacción de ECD nos preguntamos qué pieza moverá ahora la alcaldesa perpetua de Madrid, Ana Botella. De momento en las redes sociales está teniendo mucha aceptación una versión 2.0 del polémico Cobi, el perro aplastado símbolo de la Barcelona Olímpica y que ahora se le añadiría, en el mismo sitio que Doraemon tiene su bolsillo mágico, un sobre. Su nombre sería Cobri.
A favor de Cobri está el hecho de que disponer de dinero negro en efectivo es, a fin de cuentas, tan o más práctico que tener un montón de chatarra inventos que no sirven para nada salvo la puerta mágica, la linterna reductora, lo de hacerse invisible, el teléfono de los deseos y la máquina del tiempo que ni siquiera estaba en el bolsillo del gato japonés del futuro.
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