En un intento por rememorar nuestras más ancestrales tradiciones y preocupada por la sequía que amenaza a su comunidad, la presidenta madrileña ha decidido lanzarse de lleno a realizar una de las más ancestrales ceremonias de los indios nativos americanos para provocar la lluvia.
Claro que la versión de Aguirre es más sofisticada y sustituye a los indios por una empresa alemana y el clásico atuendo a base de plumas por 120.000 euros de dinero público.
Según publica el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid del pasado 27 de febrero, la empresa alemana Radiometer Physics se va a llevar unos 20 millones de las antiguas pesetas por instalar un radiómetro (un aparato raro, siniestro, extraño y oscuro de última tecnología que llevará a cabo una investigación igual de rara, siniestra, extraña y oscura puntera) para analizar el clima y las nubes de la Comunidad y luego proceder a bombardearlas para que llueva.
Como si de lanzar Angry Birds se tratara, Aguirre ha dado el visto bueno a que estos alemanes lancen Yurenas yoduro de plata a las nubes y luego se sienten a tomar un pincho de tortilla mientras esperan a que nieve. Por lo visto es un método que los gobernantes madrileños aprendieron en un viaje en 2006 a Israel, país conocido mundialmente por sus constantes lluvias de misiles torrenciales y su magnífica cantera de travestis y representantes eurovisivos fieramente heterosexuales.
Los perroflautas ecologistas de medio mundo se han llevado las manos a la cabeza ante semejante tontería estrategia medioambiental y reclaman que ese dinero se utilice en cosas más útiles como hacer campañas para ahorrar agua y concienciar a la ciudadanía de la cantida de agua que se despilfarra con los baños relajantes o dejando el grifo abierto mientras te lavas los dientes.
A nosotros nos parece una idea magnífica porque creemos que tiene mucho glamour eso de lanzarle plata a las nubes (y si no llueve seguro que se queda un cielo monísimo que hará las delicias de Carmen Lomana, Tamara Falcó y La Terremoto de Alcorcón). Esperamos que Ana Botella tome nota y utilice las mismas máquinas bombeanubes para el Orgullo Gay, porque estamos convencidos de que llover no lloverá pero sería fabuloso ver caer plata y mucho brillibrilli sobre las carrozas del desfile que atraviesa la Gran Vía madrileña.
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