Así ha sido y se refleja hoy en toda la prensa. La competición musical con menos talento desde el telemaratón de Belén Esteban ha perdido drásticamente 900.000 espectadores respecto a la primera edición. Las causas, como siempre, son diversas, pero no dan mucho lugar a las especulaciones. La calidad cayó más bajo que la economía griega y Merche dio más miedo que nunca. Los participantes no eran más que una colección de cajeras del Lidl, gitanas que intentan acabar con todo el progreso que este país ha realizado en los últimos 40 años y eurofanes D¬¨¬•libro bien rancias y necesitadas de una visita a H&M.
Finalmente el programa que Anne Igartiburu presenta a falta de otra cosa reunió frente a las pantallas al 9,5% de los telespectadores, lo que da un total de 1.650.000 personas que no salen los viernes. El número de televotos, no revelado, debe haber sido bien bajo, considerando lo terrorífico pintoresco y lo original de lo elegido. La Caja de Karmele dio un buen baño a los euro-wannabes (porque la venganza es un plato que se sirve frío) con su 17.3% de share, pero lo que es peor, el ente público ni siquiera pudo salvar los LEDs los muebles al ponerse por encima también la Cadena Triste, cuyo emosórico «Atrapa un millón» sacó a su canal de los estiércoles con un 14.8% y 2.690.000 telespectadores que se han dejado Antena 3 mientras hacían sudokus. Todo ello pone en duda que la hermafrodita presentadora Anne Igartiburu siga semanalmente al frente del programa que ha encumbrado a nadie a artistas como Auryn, demostrando que cada día está más viejuna y aguantando a gitanas enfurecidas que la esperan a la puerta de los estudios para rajarla a base de bien, considerando que a este contenido ritmo de caída TVE quedará por debajo de Veo7 una vez llegue el día de la finalísima.
El resto de televisiones nos interesan menos que Bebe, así que nos haremos un Kate Ryan al respecto.
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