* Fotos de Gonzalo Mainoldi para un artículo de Diego Dipierro en Vice
[pullquote]Una historia real que te podría pasar a tí, o a Carmen la del Tiro.[/pullquote]
Él se llama Guillermo. Ella se llama Marilyn. Son tal para cual, la pareja ideal.
Se conocieron en una cárcel de Buenos Aires cuando Marilyn, por aquel entonces «Marcelo Bernasconi», cumplía cadena perpetua por el asesinato de su madre y un hermano con 18 años porque no aceptaban su homosexualidad. En la cárcel se convirtió en travesti.
Allí conoció a Guillermo Casero, un violador conocido como «El Sátiro de la Pollera Roja», por las «faldas» rojas que obligaba a vestir a sus víctimas. Los jueces lo calificaron como «sádico sexual» por el ataque y violación de diez mujeres.
“Es una alegría y sé que con esto puedo abrir las puertas a muchos matrimonios más”, afirmaba Marilyn, que concluyó con una frase: “Estoy rompiendo las reglas”.
Arriesgada sí es.
Por su parte, el apuesto novio afirmaba:
“De ella me gusta que es recatada, porque no anda provocando con el aspecto”
“Ella fue un apoyo muy grande para superar la depresión que sufrí”, dice Guillermo refiriendose a las violaciones que se le imputan, según él erróneas.
En el conmovedor discurso que presenciaron los presos invitados (muchos de ellos también travestis) nuestra envidiada protagonista se sinceraba:
“En un mundo creado en el pequeño espacio físico de mi celda encontré en alguien afecto y cariño, alguien que jamás juzgó mi pasado y que se sentó a mi lado y lloró junto a mí cuando lo necesité. Al menos algo lindo en mi vida”
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